¿De dónde proviene la vida?
Paul Ravenhill



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Bendiciones pueden venir desde afuera, pero vida viene desde adentro.
Dijo Jesús, "El que cree en mí... de su interior correrán ríos de agua viva".
Parece ser un lenguaje desconocido en nuestros días. Vivimos en un tiempo donde las cosas son medidas mayormente no en cuanto a su abundancia sino en cuanto a si alcanzan o no alcanzan a suplir lo mínimo - sin embargo Dios siempre habla en términos de abundancia, de un colmar de nuestras capacidades de recibir.

¿Qué es lo que nos separa de la plenitud?
          Quizás no son las decisiones conscientes las que nos traicionen sino son las
          inconscientes.
          Quizás, de una forma muy sutil, hay una tendencia hoy día de esperar más de
          Dios desde afuera que desde adentro.
          Quizás las palabras de los hombres y el ministrar de los hombres ha llegado a
          ser más importante, más central para nuestras vidas que el ministrar del Espíritu
          de Dios en el interior de nuestro ser.
¿Será que es más fácil para nosotros creer en lo que viene a través de otros que encontrar a Dios a solas y dejar que El vivifique adentro?

Las últimas palabras de Jesús a los discípulos fueron:

"Yo estoy con vosotros todos los días, aun hasta el fin del mundo."
Haríamos bien en examinar hasta qué punto vemos esto como una realidad en nosotros.
¿Podemos decir que estamos plenamente consciente (no como teoría sino como realidad) que El está constantemente con nosotros?
¿Que está con nosotros todos los días - más allá de circunstancias cambiantes o emociones fluctuantes?
¿Hasta el fin del mundo - No solo el fin geográficamente sino en todos los sentidos -
          Físicamente - cuando cansancio o enfermedad, o vejez sobrevienen?
          Financieramente - cuando los recursos han menguado y no hay señales que se
          repongan?
          Espiritualmente - cuando el alma siente como Abraham "el temor de una gran
          oscuridad?"
Allí... ¿Es real la promesa?... ¿Es verdad?

Dios desea transmitir Su gracia en una forma directa a los Suyos, sin intermediarios. El desea revelar en nuestra generación algo que supera lo que la iglesia ha conocido y disfrutando en generaciones pasadas. Creo que debemos elevar nuestros ojos más allá de las manifestaciones de Su OBRAR y de todo lo que nos impacta desde afuera - a pesar de lo hermoso que eso es - y estar expectantes a una revelación más plena de Sí mismo que El quiere develar en esta hora.

Creo que algo muy importante de nuestra vida espiritual que no es tenida muy en cuenta en nuestros días es la medida de la entrega de nuestras vidas a El.
Cuando los hebreos hablaron de santidad una gran parte de su entendimiento tenía que ver con "separación" - una separación de todo para ser todo de Dios. Era algo total, absoluto, más allá del reclamo de cualquier otra cosa. Es la realización de que fuimos formados solo por El y para El.
Este concepto de santidad está lejos de ser un mero abstenerse del mal y un esmerarse en cumplir con todo lo que se espera de un verdadero creyente. En el Nuevo Testamento va más allá de ser una total separación y la santidad se revela como un lugar, una dimensión en Dios donde El lo es todo en todo.
Fuera de esta dimensión no existe NADA.
Esta santidad es un entrar a un lugar totalmente nuevo de unión con Dios. Se traspasa el umbral de "rendición" y el milagro de Su toque creativo se opera en el corazón y la voluntad. Allí El pone el querer y el hacer. Allí se hace realidad aquello de "hacer Tu voluntad es mi deleite." Allí se puede ya proclamar: "El caminar Contigo no es gravoso para mí."
Con solamente llegar a este punto, los atrios de esta esfera, los ojos empiezan a ver todas las cosas de forma distinta.
Ya las cosas de esta tierra no son tan grandes, no son tan importantes.
Ya, al pisar en la vida, uno busca otros lugares adonde poner los pies.

Y empezando a caminar en este camino se comienza a ver muchas cosas nuevas. Más allá de lo que es fácil explicar,
          Hay un profundo sentir de estar rodeado de un nuevo aire de libertad que no
          tiene ninguna frontera terrenal.
          Hay un sentir de estar habitando un nuevo mundo donde la creación de Dios
          se presenta fresca con infinitas porciones de vida para ser poseídas.
          Hay una comprensión del lugar de Dios - sobre todo, en todo, y a través de
          todo - PRESENTE, REINANDO, OBRANDO.
          Hay un brotar de vida nueva.

No es, nunca fue, el propósito de Dios solamente mejorar nuestra condición humana... ministrar a "nuestras" necesidades terrenales y emotivas.
          El vino para traer Otro Mundo y Otra Vida.
                    El vino para abrir las puertas a un Reino infinito donde todas las cosas,
                    vistas desde lejos en el Antiguo Testamento, fueron ya traídas a nuestro
                    alcance.
Un reino donde el vivir bajo la sombra de la ley,
                              constreñido por la prohibiciones,
                              condenado por la caídas,
es cambiado, y el corazón, con las leyes escritas adentro, puede vivir en el gozo de la libertad de un hijo.

La iglesia en general ha dado gran respeto al reino del enemigo, su dominio y su capacidad de batallar en contra nuestro. Ya es hora que se levante una iglesia que dé pleno reconocimiento al reino de Dios y Su poder, no solo en esferas celestiales sino también en las vidas de los Suyos, para llevarles victoriosos, en pos de Su Triunfo.

Y el alma siente Su voz de invitación llamándonos a participar de Su propósito eterno, viviendo la vida abundante que se va ensanchando
          de fe en fe,
                    de luz en luz,
                              de victoria en victoria,
                                        de VIDA EN VIDA.


Copyright © 1997 por Paul Ravenhill.

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